Motivación: ¿Qué harías tú si no tuvieras miedo?

 “Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré…”, Isaías 41: 10.

El miedo es una emoción muy humana y hasta necesaria. El miedo nos protege de las amenazas y peligros que pueden poner en riesgo nuestra vida, y es un mecanismo de defensa necesario para saber mantenernos a salvo. Este tipo de miedo es bueno y sano.

¿Por qué entonces hablar de no tener miedo? Porque también el miedo se nos presenta ante situaciones desconocidas, ante retos nuevos que debemos asumir o nuevas oportunidades aun no exploradas, nos paraliza o mantiene en una zona de confort. ¡Cuántos jóvenes –y no tan jóvenes- están ocupados en su estudio, en una serie de televisión, en las vacaciones próximas! ¿Para qué más? ¡Este miedo hace daño! Detiene el crecimiento, impide vivir amando. Muchas veces aparece también al tomar en serio la propia vida, asumiendo la responsabilidad de nuestra existencia.

Siendo, así las cosas, ¿se nos hará fácil hablar e invitar a “no tener miedo”? El pasado Superior General de los Maristas de Champagnat, el H. Emili Turú, en su mensaje a los jóvenes de América Central en 2017 nos explica: “La mejor manera de decirlo sería que, aunque tengas miedo, no te dejes paralizar por él. El miedo vendrá como reflejo cada vez que nos situamos ante la inseguridad de la vida, ante cosas que no podemos controlar, y esto ocurre continuamente. ¿Cuál es el problema? El problema sería que nos dejáramos llevar por el miedo, que nos dejáramos controlar por el miedo”. Una frase atribuida a Nelson Mandela, nos recuerda esa misma idea: “La valentía no es la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El valiente no es quien no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo”.

La tradición bíblica está profundamente ligada a la vida de hombres y mujeres concretos que vivieron una experiencia de Dios en su historia y su contexto. Por esto, es de esperar que el miedo también sea un tema recurrente por estar tan ligado a las situaciones de la vida. La respuesta de Dios ante el miedo es una invitación a superarlo. La frase “no tengas miedo” se repite constantemente en los textos sagrados. Lo recordamos de manera especial en el relato de la anunciación a María, en varias apariciones del Resucitado y a los 12 apóstoles cuando Jesús camina sobre las aguas. Nos llama a confiar y a reconocer a Dios junto a nosotros en medio de los peligros y dificultades.

Cultivemos la confianza en este Señor y Maestro, empeñado en liberar a la gente del miedo que podían tener en su corazón. También es tarea suya y de sus seguidores hoy dar un paso al frente con el testimonio. “Quizás nuestro mayor pecado contra la fe, lo que más gravemente bloquea nuestra acogida del evangelio, sea la cobardía. No nos atrevemos a tomar en serio todo lo que el evangelio significa. Nos da miedo escuchar las llamadas de Jesús”.

Acojamos las palabras del Papa Francisco sobre el miedo: “es la actitud de un alma encarcelada, sin libertad, que no tiene libertad para mirar adelante, para crear algo, para hacer el bien”.

Autor: Marcelo Prieto

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